Una ventana abierta a la Psicología del cambio interior desde la mirada de la terapia Gestalt

Archivo para marzo, 2013

EL GUION DE VIDA

A partir del momento en que una persona viene al mundo entra a formar parte de la “Compañía del Teatro la Vida”, en la que todo individuo está irremediablemente obligado a desempeñar un determinado papel. La representación da comienzo con la subida del telón, el nacimiento, telón que, como es lógico, es bajado al final de la obra, la muerte. Las distintas formas de programación de un individuo responden a las diferentes clases de guión que pueden  darse, de las que escogerá aquella o aquellas que más impacto le hayan causado.

El rol que cada persona desempeña en el escenario de la vida puede ser muy variado y se ajusta a un guión que es programado fundamentalmente a través de las relaciones entre padres e hijos durante la etapa de la infancia.

Eric Berne, psiquiatra canadiense creador de la corriente de psicoterapia conocida como Análisis Transaccional, describió el Guión de Vida como un programa en marcha que se desarrolla en la primera infancia bajo influencia parental y que dirige la conducta del individuo en los aspectos más importantes de su vida.

Dicho de forma más sencilla, el Guión de Vida es un plan generado en la infancia por las influencias de los padres o personas representativas. Aunque posteriormente puede ser olvidado o reprimido, lo más importante y trascendente es que, aun así, sus efectos continúan.

Este Guión no es una predicción de lo que va a suceder en el futuro. Se trata más bien de algo parecido a un ordenador que da respuestas fijas ante determinados estímulos pero que no dirige al individuo a buscar esos estímulos. Sin embargo, la persona puede programarse y reprogramarse a sí misma y también programar a otras personas.

Todos tenemos un autoconcepto y un Guión porque todos recibimos influencias familiares, escolares y sociales con sus correspondientes mensajes, a través de los que tomamos decisiones para constituir nuestro propio  marco de referencia: nuestra  identidad, forma de pensar, vestir, elección de profesión y de pareja, es decir, nuestro programa de vida.

Las decisiones tomadas en la infancia nos persiguen toda la vida, suponiendo en ocasiones una gran carga, pero por supuesto, siempre existen alternativas de cambio.

Todo guión es modificable, no es algo permanente e inevitable, no es asimilable al destino del que no podemos escapar. Cuando queramos romper con determinados aspectos que repetimos de nuestra herencia, podremos hacer un ejercicio de cambio de nuestro Guión de Vida por un Plan de Vida donde yo decida qué voy a encontrar.

Mientras que el Guión de Vida se recibe, el Plan de Vida se construye. Pero para que esto ocurra debemos tener claros dos importantes aspectos:

1. La persona debe tomar conciencia de que su vida no va bien y que está en sus manos modificar los aspectos desfavorables, que no es simplemente  una “víctima de las circunstancias”.

2. El cambio se produce asumiendo plena responsabilidad. (Esto es lo mas difícil).

Para modificar nuestro Guión de Vida hemos de fijarnos más en ponernos metas de vida positiva y menos en revolver el pasado de manera innecesaria. Las metas de vida positiva consisten en fijarnos objetivos verificables, medibles, con plazos para su cumplimiento y que nos produzcan satisfacción.

En definitiva, podemos librarnos de las influencias nocivas de un Guión de Vida que nos viene dado elaborando y ejecutando un Plan de vida de manera consciente. El plan de vida, frente al guión, tiene las siguientes características:

  1. Tiene en cuenta nuestras  necesidades y se ajusta a nuestros valores.
  2. Emplea los recursos de que disponemos  en el presente.
  3. Planifica racionalmente el futuro de acuerdo a metas actuales.
  4. Mantiene una actitud autónoma y responsable, actualizando periódicamente los objetivos.
  5. Es racional, realista y flexible.
  6.  Se dirige al futuro, pero partiendo del aquí y ahora.

Reescribir nuestra vida no es tarea fácil. Implica un gran conocimiento de uno mismo, aceptación y tiempo para poder ir trasformando conductas, creencias e impulsos muy arraigados. Sin embargo, cuando logramos romper con aquello que tanto nos hace sufrir, la satisfacción es muy grande. El esfuerzo necesario merece realmente la pena.

Enamorarse, amar y … hacerse pareja

image

La pareja es la situación vital en la que cada uno agudiza sus características personales y se sitúa en la polaridad de forma más radical. En pareja aflora todo lo que está dormido. Sale lo mejor y lo peor de nosotros mismos. Nuestras carencias, debilidades, sombras, dolores, temores, puntos débiles…los volcamos en la pareja.

Somos como un queso en el que los agujeros son la base de nuestra existencia, porque son algo que tuvimos en el pasado y que tenemos que recuperar de nuevo, las carencias de la infancia, en definitiva, todo aquello que exigimos a la pareja que  nos llene. La clave es saber cómo puedo buscar esa parte oscura y entrar en esos huecos para completarnos.

Encontrar el amor es estar preparado interiormente, sentirme completo por mí mismo. Es así cuando puedo buscar pareja, si busco en el otro lo que a mí me falta, encontraré una relación llena de carencias, miedos e inseguridades.

El amor es la fuerza que me hace disfrutar haciendo disfrutar al otro, supone más dejar entrar que invadir. Pero para llegar a este punto, toda relación o la mayoría de ellas comienzan con un periodo de gran intensidad emocional del que algunos responsabilizan a Cupido y que llamamos enamoramiento.

Llamamos enamorarse a ese estado de enajenación mental transitoria, porque no dura mucho y porque uno pierde la cabeza. Hay que saber diferenciar el enamoramiento del amor. El enamoramiento es ese momento en el que todas las emociones eclosionan. Todo es muy intenso y al mismo tiempo es más superficial, más basado en la pasión, en lo ideal, en la imagen que en lo real. Es una etapa en la que la relación de pareja se convierte en un espejo. Mi pareja es el reflejo de esa parte que yo no puedo ver de mí mismo. Y todo lo que me atrae del otro, de alguna forma es algo que también tengo. Sin embargo, en el amor aprendemos a querernos con nuestras diferencias, es un sentimiento menos intenso pero más duradero, y sobre todo,  basado en la realidad.

Enamorarse es un estado inevitable, una química que surge entre dos personas concretas en un momento determinado y lo que lo hace especial es que no nos ocurre con todo el mundo. Sin embargo, cuando pueda parecer de lo más romántico, el enamoramiento no nos muestra al otro. Cuando uno se enamora ve un reflejo de sí mismo y de lo que le gustaría ser proyectado en la persona de enfrente y este reflejo, es lo que le atrae.

Y aquello que más me seduce al principio, lo que más me enamora del otro, es seguramente lo que provoca que luego nos separemos. Esta es la gran paradoja del amor, porque esas cualidades que tanto admiro, suponen nuestras propias carencias. Uno hace una elección narcisista del objeto de deseo. Cuando conocemos a alguien potenciamos alguna cualidad del otro y la exageramos. Cualidad que potenciamos porque creemos que no la tenemos, y le colocamos al otro todo aquello que necesitamos, que nos fascina… cosas que seguramente años más tarde me molestarán, aunque no necesariamente es así.

El problema del enamoramiento es cuando se descubre al otro sin tanto adorno, es el momento en el que piensas que te has equivocado. Y es aquí donde acaba la etapa de enamoramiento. Entonces comienzas a mirar al que tienes delante de forma real y cuando lo conoces bien, y finalmente, decides si estar con todas las consecuencias o marcharte. Si decides quedarte, comenzará lo que conocemos como el amor.  Esta es la etapa en la que tengo que ser capaz de ver al otro sin querer cambiar nada de él. Y se empieza a crear el vínculo real, porque el amor real es algo que se construye día a día, es algo mágico, en lo que no hay reglas preestablecidas.

Para que el vínculo sea sano,  las crisis, los conflictos y las dificultades serán indicativos de que la relación está viva y es sana, y por tanto son necesarios. Obviamente, sin entrar en juegos patológicos, como el de los celos o las luchas de poder.

Los celos aparecen porque inconscientemente repetimos un vínculo anterior. Denotan el control que necesitamos ejercer sobre la pareja a la que pedimos incondicionalidad. Si tenemos claro el vínculo no nos importa la relación que tenga con el resto del mundo, el problema se ocasiona cuando no se confía en el otro y el vínculo formado es inseguro. Uno espera de su pareja recibir el amor universal, el de una madre a su hijo, que cuando no recibe, le ocasiona fricciones. Sin embargo, la pareja no nos puede proporcionar ese amor incondicional. La pareja está condicionada por la necesidad de dar y recibir. Una relación no se puede mantener, si no se recibe algo positivo del otro.

La necesidad de control y posesión también pueden destruir una relación. Una de las cosas sin las que una pareja no podrá sobrevivir, es si no hay libertad. Sin ella, el impulso es salir de allí. Dar espacio al otro, es más efectivo que acotarlo. De la primera manera, la persona permanecerá en la relación por su propia decisión, de la segunda manera, se sentirá obligado y agobiado, y eso podrá destruir la relación.

En resumen, si queremos construir una relación de pareja sana y duradera, os sugiero estos ingredientes indispensables: AMOR, RESPETO, CONFIANZA, PASIÓN, ADMIRACIÓN MUTUA, COMUNICACIÓN, INDEPENDENCIA Y LIBERTAD.

QUÉ SIGNIFICA SOMATIZAR

Las enfermedades han existido, existen y existirán  siempre. Partiendo de esta realidad, el enfoque gestáltico trata de entender por qué aparece una enfermedad en la persona, buscando sus causas con el convencimiento de que ellas pueden hablar con claridad del momento actual que está atravesando la persona que la padece.

La aparición de una enfermedad tiene una función equilibradora. El organismo se desestabiliza y enferma para buscar su propia autorregulación, razón por la cual los factores emocionales ocupan un lugar de gran importancia en el desarrollo de un síntoma.

Por otro lado, cualquier enfermedad se produce en un organismo que se encuentra en un entorno por el que es influido, de tal modo que cualquier alteración de dicho entorno puede afectarlo.

Los síntomas que manifestamos cuando sufrimos una enfermedad son la voz interior que nos habla de nuestros procesos conscientes e inconscientes. Hay veces que la realidad a la que debemos enfrentarnos es tan dura o tan difícil de asumir, que nuestro inconsciente se resiste a leer ese mensaje subyacente y por eso en ocasiones anestesiamos los síntomas de la enfermedad. Esto no nos permite comprenderla y el proceso puede hacerse muy difícil de superar.

En la época en la que vivimos existe una tendencia a psicologizar todo lo que nos pasa y achacar las causas a un proceso interior. Cierto es que de alguna manera somos seres integrales y nuestra psique influye en nuestra vida, pero no todo lo que hacemos nos predispone a contraer una enfermedad. Es verdad que seguramente algunas formas de vida nos pueden perjudicar, pero para que esto sea suceda es necesario un “campo fértil» previo.

Las enfermedades pueden tener una función en nuestra vida. Enfermar mejora nuestra percepción y nos ayuda a completar nuestra mirada sobre nosotros mismos, pero hay veces que las personas nos engañamos y distorsionamos la información que nos proporciona la enfermedad. El desequilibrio muchas veces surge porque hemos cultivado algunos aspectos de nuestra personalidad sin querer ver ni aceptar nuestra polaridad. Que queramos ver o no ese mensaje que hay tras el síntoma depende, en gran medida, del estado emocional en el que nos encontremos.

Desde la Gestalt se ayuda a la persona a que vea lo obvio. El terapeuta facilita el autoconocimiento y favorece la aceptación de uno mismo. Enseña que la realidad que se percibe está determinada por el estado de ánimo. Y ofrece una oportunidad para que cada uno pueda darse cuenta de cómo se encuentra realmente, mejorando la propia capacidad de comprensión y decisión.

“ CUÉNTAME UN CUENTO…”

                       

5601426-se-trata-de-reparto-de-libros-muchos-libros-sobre-fondo-blancoEl cuento es lo más antiguo que tiene el hombre para comunicarse, para responder al porqué de las cosas a través de mitos y leyendas…Todo empezó de forma oral y también para nosotros en nuestra infancia en forma de nanas, cuentos etc. Lo oral pasó a lo narrado o escrito, y así la trasmisión a través de los cuentos populares.

Los cuentos de hadas impactan directamente sobre las emociones universales básicas: amor, odio, miedo, ira, soledad y sentimientos de aislamiento, inutilidad y carencia. A estos cuentos se les ha asignado un gran significado psicológico ya que involucran todas las luchas, conflictos, pesares y alegrías de la vida… resulta muy útil comparar las fantasías y soluciones mágicas que se presentan en los cuentos de hadas. Los valores que  presentan estos cuentos son claros y simples, son blanco o negro.

El recurso del cuento en el trabajo terapéutico es muy rico. Pero para darle un uso adecuado y satisfactorio debemos seguir ciertas premisas básicas:

–          El cuento debe ser experiencia, si no nos apropiamos de él es muy difícil trasmitir una vivencia, ya que lo que se narran son vivencias, aunque no sean nuestras. Uno al narrar provoca, estimula y mueve al encuentro con el otro, ya que el cuento se hace si el que escucha también pone algo. Este es el poder del cuento, el poder de la palabra

–          Cuando elijo un cuento lo primero que debo hacer es mirar por qué me gusta, qué me evoca, qué me genera…nuestras propias historias personales nos van a servir para incorporarlo y recrearlo de forma más real. No es necesario que sea algo inventado, podemos utilizar cuentos tradicionales, poesías, relatos, narraciones…

–          Dado que cada cuento que una persona narra (sea propio o ya escrito) es una proyección que generalmente tiene que ver con algo de su vida la tarea del terapeuta consistirá en traerlo a la conciencia de la persona e intentar reparar alguna idea o imagen temida, que se esconda detrás de la historia que se narra.

–          El instrumento del narrador es su propio cuerpo, su mirada, su gesto o la palabra. Con el cuerpo no se trabaja cualquier vacío, si no que con los elementos y lo que salga está diciendo algo de lo que se narra. Los movimientos orgánicos están vinculados a la imagen. Cuanto más se conoce una a sí mismo más prestado está para narrar. Si el narrador dice algo que no sorprende, genera aburrimiento, debemos captar al espectador ensimismado. Si el narrador está tenso genera resistencia, en cambio si recibe una invitación a volar será mucho mejor.

Hoy somos hijos de la imagen,  y lo virtual y lo narrado vuelven a tomar importancia, pero de una forma diferente a través de las nuevas tecnologías, y actualmente las palabras se desvanecen por lo virtual, pierden su fuerza, por ello animo a recuperar las historias como forma de expresión, contar cuentos, inventar historias, crear escenas, e ir más allá tratando de leer entre líneas lo que os dicen de vosotros mismos. En mi experiencia como tía de mi sobrina Valeria de tres años, tengo la oportunidad de contar muchos cuentos, algunos populares, otros inventados… jugamos a interpretar a cada personaje, cambiamos los finales etc el cuento me da la oportunidad de encontrar una manera muy bonita de comunicarme con ella y al mismo tiempo de darme cuenta de su desarrollo. Pero no debemos usar los cuentos solo en el contexto infantil ya que como adultos nos pueden abrir los ojos de una manera muy gráfica y constructiva, además de darnos la oportunidad de soñar y dejar volar nuestra imaginación.