Una ventana abierta a la Psicología del cambio interior desde la mirada de la terapia Gestalt

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Qué es el matenity blue o síndrome del tercer día

maternidad1Hola a todos!! después de unos meses ocupada en otros proyectos, vuelvo a estar con vosotros con este nuevo post acerca de la maternidad, a colación de mi colaboración con Albamatrona, centro de atención a la mujer en Albacete. Espero que os guste y que no tarde tanto en volver a traeros cosas interesantes sobre los procesos psicológicos.

Has dado a luz recientemente, y aunque estabas deseando ser mamá, con la llegada de tu hij@ , en lugar de sentir esa ansiada felicidad, te sientes apática, triste, sin ganas de nada, incapaz de disfrutar… Tal vez estés experimentando algo parecido, pero no sabrías explicar bien lo que te pasa. No te preocupes, es algo muy normal, y tiene un nombre, Maternity Blue o síndrome del tercer día.

¿Qué es el Maternity Blue? Es la alteración del estado de ánimo que se produce en el posparto. También se le llama síndrome del tercer día porque esta alteración suele producirse 3 o 4 días después del nacimiento del bebé, soliendo desaparecer espontáneamente poco tiempo después, con una duración aproximada de1 a 3 semanas.

¿Porqué se produce? Porque cumple un fin, el de equilibrar este cambio definitivo en tu vida, que no solo transformará tus prioridades, valores, horarios, y hasta tu casa…y también te asignará un rol diferente: el de madre. Tener hijos supone la obtención de grandes satisfacciones, y al mismo tiempo, la experiencia de la pérdida de algunas otras. El proceso de asimilación de todos estos cambios, a veces conlleva la aparición de pequeñas, o grandes, crisis, y esta pude ser una de ellas.

¿Cómo se manifiesta? Los síntomas afectivos de esta alteración suelen ser: tristeza, irritabilidad, apatía, llanto, ansiedad, dudas, pensamientos negativos sobre la crianza del bebé “NO DEBERÍA SER….” “TENDRÍA QUE…” etc. que pueden variar en forma e intensidad de una mujer otra. pudiendo desembocar en algún trastorno mas grave, aunque, lo normal es que desaparezcan en unos días.

A pesar de que sea un proceso de psicológico natural, por la adaptación a la nueva situación, en algunos casos, podría agravarse. Esto va a depender de ciertos antecedentes personales, el tipo de personalidad, la red de apoyo social que se mantenga, la existencia o no de trastornos psicológicos anteriores…, y finamente desencadenar en un trastorno más grave. Por todo esto, si estas manifestando estos síntomas, necesitarás cierta vigilancia ya que si se alargan, tal vez requerirán el tratamiento psicológico o psiquiátrico adecuado.

¿Es igual a la depresión postparto? La respuesta es no. Una diferencia importante con la depresión es que durante este periodo la reciente madre puede continuar con su vida cotidiana, ya que no le suele interferir demasiado, ni le incapacita para realizar las actividades normales. Otro de los aspectos diferenciadores es que no se requiere medicación psiquiátrica. Y sobre todo, la duración. Ya que la depresión postparto suele aparecer a las 2 o 3 semanas, tras el nacimiento del bebé. Siendo su duración media de 3 a 6 meses aunque a veces puede alargarse si no se recibe ningún tratamiento.

Si estas pasando por esta situación: vívela como un proceso necesario, permítete expresar lo que necesites, sentir estas emociones, rodéate de cariño, pide ayuda si la necesitas, compártelo con las personas a las que quieres…etc,y comprobarás como en unos días empezarás a vivir tu maternidad con la alegría y felicidad esperadas.

Las metas de la persona asertiva

metas En el último artículo os hablé de lo que significa ser uno mismo. Hoy ampliaré el concepto de asertividad y las metas que tendremos que alcanzar si queremos poner en práctica este estilo de comunicación. De esta manera iré desgranando este tipo de comportamiento y  las maneras de ir consiguiendo ponerlo en práctica en nuestra vida.

Como os contaba anteriormente, ser asertivo supone expresar mis pensamientos, sentimientos y la forma que tengo de ver el mundo a través de palabras o gestos, de forma tranquila, honesta y apropiada. Al mismo tiempo que quiero conocer los sentimientos, pensamientos y la forma de ver el mundo del otro. Esto implica dos tipos de respeto: el respeto a mí mismo expresando mis necesidades, gestos, ideas,  el derecho a que me respeten y el respeto hacia los demás reconociendo las necesidades, los gustos, las ideas y los derechos del otro.

Comportarse de  esta forma, supone poder decirle al otro: «Esto es lo que pienso. Esto es lo que siento. Así es como veo la situación. Pero estoy dispuesto a escuchar  e intentar comprender lo que  tú piensas,  sientes y como ves la situación».

 LAS 10 METAS DE LA PERSONA ASERTIVA

 1.       SER YO MISMO/A. Esta meta significa: Conocerme profundamente a mí mismo. Aceptarme sinceramente. Valorarme como persona. Y tener un nivel adecuado de autoestima.

2.      SER SINCERO: Vivir en contacto con mi yo profundo. No utilizar justificaciones no auténticas. No utilizar “trampas dialécticas” para salirme con la mía.

3.      ESPÍRITU DE SUPERACIÓN PERSONAL: No creerme que sé  lo suficiente de algo, que ya he logrado el nivel de madurez personal ideal o que ya he conseguido todo a lo que podía aspirar en la vida.

4.      MANIFESTARME CLARAMENTE. Expresar claramente mis: opiniones, gustos personales, necesidades, sentimientos,  aptitudes,  limitaciones…sin miedo a la crítica o rechazo de los demás.

5.      HABLAR CON PRECISIÓN. Esto es: evitar generalizaciones no justificadas. No ser ambigüedades. Utilizar la primera persona  (yo) cuando hable de mí mismo.

6.       PEDIR LO QUE  NECESITO. Formular peticiones claras y razonables. Aceptar al mismo tiempo el derecho de la otra persona a no ver razonables mis peticiones, o a que no quiera o no le parezca posible complacerlas.

 7.        OPONERME CUANDO PROCEDA. No aceptar críticas destructivas o injustas. Rechazar los injustificados “siempre” “todo”, “nada”… que descalifican. Expresar  mi propio  punto de vista sin dejarme  intimidar.

8.      ESPÍRITU CRÍTICO CONSTRUCTIVO. Hacer críticas oportunas, distinguiendo los hechos de las personas. Reconocer también los aspectos positivos de esas personas.

9.      ARMONIZAR GUSTOS E INTERESES. Buscar soluciones originales para armonizar los gustos e intereses propios con los gustos e intereses de los demás. Sin querer dominar y sin dejarse dominar.

10.   ACTUAR RESPONSABLEMENTE. Sentirme responsable de mi propia vida y felicidad: “Yo soy mío”. No justificar mis fallos por lo que otros digan o hagan. Reconocer mis propios errores.

Como veis, el objetivo de la aserción es la comunicación, conseguir respeto, pedir juego limpio y dejar abierto el camino para la negociación cuando se enfrenten las necesidades y derechos de dos personas. Ninguna persona sacrifica su integridad  y los dos conseguiremos que se satisfagan algunas de nuestras necesidades. Si no llegamos a un acuerdo, podremos respetar el derecho que tiene el otro a no estar de acuerdo y no intentaremos imponer nuestras exigencias sobre la otra persona. Finalmente, cada uno podremos sentirnos satisfechos de habernos expresado sinceramente, al mismo tiempo que reconocemos y aceptamos que nuestro objetivo puede no haberse logrado.

La asertividad, la manera de ser uno mismo

asertividad            En anteriores post, os he hablado sobre las diferentes formas de no ser uno mismo a través de los comportamientos: tímido, manipulador y agresivo. Dichos estilos, suponen maneras de actuar no asertivas. En esta entrada empezaré a hablaros de qué significa ser asertivo, cómo se consigue y algunas de las técnicas que se pueden emplear para alcanzar esta habilidad.

Pero antes de nada… ¿qué es la asertividad?. Comúnmente se relaciona con la capacidad para decir NO. Sin embargo, ser asertivo es mucho más que eso. La filosofía asertiva se basa en la convicción de que todos tenemos derechos personales.    Supone expresar mis necesidades, deseos, peticiones… de forma que no violen los derechos de otras personas.  Es atreverse a ser uno mismo,  ser auténtico en las relaciones con los demás y siempre respetar a los otros,  pero sobre todo a uno mismo.

Si queremos ser asertivos hemos de partir de unos presupuestos indispensables. Es importante tenerlos presentes para tener una asertividad auténtica, porque si no correremos el peligro de creer que somos asertivos cuando en realidad somos egoístas, ya que estamos cogiendo de la asertividad solamente aquello que nos interesa. Dichos presupuestos son:

            1.‑ Yo puedo ser yo.  Es decir, parto de que soy valioso, me voy a conceder el derecho a ser yo, a ser como soy, a sentirme cómodo dentro de mí. Voy a aceptar, sin miedos, que soy distinto de los otros.  Y tengo un compromiso contigo porque tú también tienes derecho a ser tú, tú también eres valioso y también mereces la pena.

            2.‑ Yo valgo y soy competente para resolver mis cosas.  Por tanto no tiene que venir nadie a dominarme, a controlarme ni a dirigirme. Y tú también lo eres, y por lo tanto yo tampoco puedo dedicarme a dominarte, a controlarte, a dirigirte o a desconfiar de ti.

            3.‑ Yo merezco ser querido. Es fácil decirlo, pero muchas veces no es fácil de creer. El afirmar esto es lo mismo que pensar que quien me conozca tal como soy, se va a dar cuenta que merezco ser querido. El estar convencido de esto lleva implícito el que yo me acepte tal como soy, aunque tenga que trabajar por ser cada día mejor. Y además es importante también afirmar que tú también mereces ser querido.

            4.‑ Yo soy un ser autónomo e independiente de ti. Tengo un mundo que es mío, sobre el que tengo una obligación y responsabilidad. Tú tienes también el mismo derecho y por eso también eres una persona independiente de mí. No tenemos que establecer lazos de dependencia entre nosotros. A través de esta independencia y autonomía es como hemos de desarrollarnos y crecer.

            5.‑ Es positivo tener límites. Yo tengo límites  y no pasa nada, pero tú también tienes límites y tampoco pasa nada. El establecer límites en nuestras relaciones interpersonales es algo muy sano y que se deriva de que seamos personas autónomas, y a su vez, si los límites son sanos, es algo que nos ayuda a ser autónomos.

            6.‑ Yo tengo necesidades y puedo expresarlas. Y tú también; por eso en la expresión de nuestras necesidades hemos de andar con cuidado para que sólo sean eso, comunicación o expresión de lo que necesitamos, nunca exigencia. Te expreso lo que necesito para informarte y para que lo tengas en cuenta, no para pasarte una exigencia camuflada, y cuando tú me las expresas a mí, yo me siento libre porque tú lo haces respetando mis necesidades.

Como veis, aunque  a veces confundimos ser asertivos con decir todo lo que se me pasa por la cabeza, saber decir NO etc…pero significa mucho más que eso. La persona asertiva se valora, se permite ser ella misma, reivindica sus derechos, pide lo que necesita… y nunca se olvida de que delante tiene a otra persona con los mismos derechos y necesidades que ella. Practicar la asertividad es un hábito que se puede adquirir, en próximos post os daré algunas ideas y os hablaré sobre técnicas que os ayuden a convertiros en un poquito más asertivos.

Timidez o introversión

timidez Ser tímido no es motivo de alarma. Todos en alguna medida o faceta de nuestra vida nos comportamos tímidamente. Pero como todo llevado al extremo puede ocasionar un problema para quien la padece.

 ¿Qué entendemos por timidez? LACROIX define al tímido diciendo lo siguiente: «Tiene miedo de las personas, e intenta evadirse de ellas ya que la timidez aparece como una falta de seguridad en sí mismo, en las relaciones con los demás, desconfiando de ellos y de sí mismo, y por lo tanto no se atreve a presentarse a los demás tal como es, por miedo a crear una opinión desfavorable de su persona».

 Generalmente estas personas temen la opinión de los demás, pero no porque teman a los de­más, sino porque temen lo que puedan pensar de ellos. Por eso, suelen evadirse de las personas que les rodean, y a causa de esta evasión encuentran dificultades en las relaciones sociales o carecen de ellas.

En la inmensa mayoría de los casos la timidez está compuesta por tres elementos, que pueden predominar en la persona tímida de forma desigual. Estos son:

1. Temor ante los contactos sociales.

2. Temor a la valoración negativa.

3. Los prejuicios.

 Debido a estos temores, la persona tímida antepone los puntos de vista y las necesidades de los demás a los propios.  Empieza a sentirse agobiada tratando de comprender y satisfacer los deseos de los demás, olvi­dándose de los propios por la insatisfacción de sus propias necesidades.

 Sin embargo, el tímido antes de desarrollar sus aptitudes sociales, debería mejorar la imagen que tiene de sí mismo y de las situaciones sociales en que se encuentra.

 Las ideas irracionales que conforman su autoconcepto se basan en las tres premisas siguientes:

  1. Todos deben quererme y aprobarme todo el tiempo, si alguien no lo hace, no podré soportarlo. No es un desastre si tú no le gustas a alguien; pensar de otro modo pue­de convertir en una catástrofe la experiencia de cada día.
  2. Debo ser socialmente perfecto para pensar que valgo, si fallo en mi com­portamiento y las cosas andan mal, sabré a quien culpar: a mí. Las personas así tienen criterios demasiado altos de sí mimas y la realidad es que nadie es perfecto.
  3. Si las situaciones no se desenvuelven como yo creo que deberían hacerlo, es culpa mía. Pensar así supone que la persona tímida cree que tiene el control to­tal, la decisión de cualquier situación. Nadie lo tiene. Pensar así es un error gravísimo. Se puede hacer todo lo posible por crear situaciones sociales posi­tivas. Culparse porque las cosas no resulten perfectas es negar el impacto de las otras personas, pues ellas también contribuyen al éxito o el fracaso del encuentro social.

Si eres tímido y quieres combatir este tipo de pensamientos tan destructivos, debes tratar de discutir y contrastar tus ideas irracionales, para así cambiar de actitud.  Ante esta forma de pensar, puedes emplear las siguientes cuestiones que te ayudaran a desmontar la irracionalidad de estos pensamientos tan perjudiciales para ti.

  1. ¿Qué probabilidad real hay de que pueda suceder, es posible o probable?
  1. En caso de que finalmente sucediera ¿Sería tan catastrófico?
  1. ¿Qué es lo real de la situación?
  1. ¿Qué es más importante creer?

Resumiendo,  lo que nos decimos a nosotros mismos afecta profundamente  a nuestro comportamiento y la manera en que percibimos las si­tuaciones sociales. Es importante que cada uno aprendamos a controlar a nuestro crítico interior y a defendernos de él.

Durmiendo con mi enemigo

manipulaciónLa mayoría de  nosotros hemos tenido alguna relación tóxica o destructiva a lo largo de nuestra vida. Sin embargo, no siempre hemos sabido reconocerla a tiempo ni frenar lo que nos estaba sucediendo. Tal vez teníamos al enemigo  más cerca de lo que pensábamos . Probablemente este se escondía tras la máscara de la seducción, llevándonos a su terreno y haciendo de nosotros una marioneta que manejaba a su antojo. En estos casos, seguramente nos encontrábamos frente a un manipulador en toda regla.

Este tipo de personas “pocas veces dicen lo que piensan, pero siempre piensan lo que dicen”. Escuchan mucho al otro pero casi nunca hablan de sí mismos, son muy suspicaces y desconfiados.

Manipulación es intentar que los demás hagan lo que uno quiere. Nada tienen que ver la manipulación con la petición. Cuando una persona nos pide algo directa y claramente, nos está dando la oportunidad de decir no, de pensar o actuar de modo distinto al suyo, si es que así lo deseamos . Sin embargo, cuando alguien nos manipula, lo hace para que no podamos negarnos a su petición ya que si lo hacemos podemos encontrarnos con “represalias”, enfados o reproches por parte de este.

Lo cierto, es que pocos expresamos de forma clara y directa lo que necesitamos. Entonces, ¿cómo saber si tenemos un manipulador cerca? Lo difícil es reconocerlo, ya que si el que manipula es bueno, este es su cometido, no ser descubierto.  A pesar de esta dificultad, algunas claves que nos pueden ayudar a descubrir a la persona manipuladora son:

–         Siempre intentan controlarte (no habla abiertamente de lo que quiere)

–         Suelen ignoran tus protestas o tus preferencias (no le importo)

–         Tratan de hacerte ver que sus motivos son mejores en cualquier decisión

–         En cualquier conflicto eluden su responsabilidad en el problema (te hacen ver que es cosa tuya)

En realidad, este “encantador de serpientes” es una persona con muy poca tolerancia a la frustración, más bien no pueden soportar la frustración. Si se siente descubierto en sus maniobras y en sus intenciones, se suele mostrar ofendido y refugiar en la indignación exagerada. Con lo que en vez de reconocer su actitud, y disculparse, adopta el comportamiento agresivo, logrando generar grandes sentimientos de culpa en el otro.

Aunque a veces parezca increíble, alguien no puede manipular si el otro no hace de víctima. Es importante que nos demos cuenta que la manipulación es algo parecido a un juego, que debemos saber frenar. Ya que la victima cuando es manipulada, generalmente se siente muy incómoda y violentada. En este tipo de relaciones aparecen muchos reproches, hasta que finalmente la relación se deteriora tanto, que o se sale de ella, o se vive siempre sometido.

Los buenos manipuladores, reconocen a esas personas vulnerables a sus artimañas, y suelen rodearse de ellas.  Si nos encontramos en alguna situación así y no sabemos cómo salir de ella, tal vez una manera de hacerlo pueda ser empezar a reconocer en uno mismo, algunas actitudes que fomentan el comportamiento del otro. Porque como popularmente todos sabemos, “el manipulador no manipula si la víctima no le deja”.

Las personas más susceptibles de caer en las redes de estos comportamientos tan dañinos son aquellas que sienten:

–         Mucha necesidad de aprobación

–         Mucho miedo a la cólera

–         Mucha necesidad de que haya paz al precio que sea

–         Tendencia a asumir mucha responsabilidad sobre otros, ir de Salvador

–         Alto nivel de dudas sobre sí mismas

Por tanto, si queremos lograr vencer a estos “vampiros emocionales”, debemos aprender a soportar el miedo al rechazo, aceptar el enfado del otro, entender cuando nos digan “no”, no tratar de evitar el conflicto y saber “coger el toro por los cuernos si sucede”, reclamar nuestros derechos y tener seguridad en nosotros mismos. En definitiva, aprender a desarrollar este tipo de comportamiento, que desde la psicología conocemos como,  “asertividad”. Aunque sobre esta, hablaré más extensamente próximamente en este blog.

SE NOS ROMPIÓ EL AMOR DE TANTO USARLO

RUPTURA Uno de los acontecimientos que deja una profunda huella en nuestras vidas es la ruptura sentimental o afectiva. Es imposible encontrar a una persona que en el transcurso de su vida no haya experimentado una pérdida afectiva, al menos una sola vez, ya sea a causa de un fallecimiento, una pelea con algún amigo, un divorcio o la ruptura de una relación sentimental. De hecho se dice que el nacimiento es la primera separación traumática, la del paso del espacio seguro del útero a un mundo lleno de incertidumbres y peligros.

Hablemos de las relaciones sentimentales que se rompen. Tras un período de enamoramiento, de amor y de entrega, donde aparecen grandes ilusiones, esperanzas y proyectos de futuro, la ruptura de la relación pesa tanto que nos  cuesta enormemente retomar las riendas de nuestra vida. Cuando esta situación aparece, a veces tras un largo y tortuoso deterioro de la relación, nos quedamos atrapados en un torbellino de sentimientos, preocupaciones e interrogantes que a menudo nos sumergen en una profunda crisis de la que debemos salir reforzados con las mejores herramientas para restablecer de nuevo el equilibrio y la serenidad en esta nueva etapa de nuestras vidas.

Cuando una relación de pareja se rompe, se destruyen también muchos aspectos del entorno general de cada uno de los miembros de la pareja. Desde el ámbito familiar, donde toda su estructura queda truncada, pasando por las relaciones sociales y de amistad que la pareja ha creado, hasta el área económica donde surgen grandes problemas y conflictos con la división y el reparto de los bienes que se tenían en común.

Nuestras vidas se transforman rápidamente con la pérdida del amor. Al comenzar de nuevo, nos vemos enfrentados de repente al resto de nuestras vidas, sin tener ninguna idea de lo que debemos hacer. Nos encontramos despojados de lo que es más conocido para nosotros y sabemos muy poco de lo que vendrá después. No tenemos prácticamente ninguna experiencia a la hora de enfrentarnos a este nuevo desafío. Nuestras mentes están llenas de preguntas, y nuestros corazones rotos de dolor.

De todas las pérdidas, la pérdida del amor es tal vez la más dolorosa. Cuando sufrimos una desilusión o tenemos algún problema, es el amor el que nos consuela y hace soportable nuestro dolor. En nuestra vida diaria, cuando experimentamos una pérdida, un desengaño o un rechazo, nuestras mentes nos protegen de una forma automática al recordamos que en casa nos quieren. Pero cuando se pierde el amor, cuesta muchísimo encontrar alivio, consuelo o protección. No nos damos cuenta de lo mucho que dependemos de este apoyo hasta que nos lo quitan.

Cuando esto ocurre nos sentimos como en un precipicio. En el momento en que perdemos nuestro objeto de amor, de pronto nos encontramos sin nuestras defensas y experimentamos el dolor de la pérdida en toda su crudeza. En este punto, no sólo lloramos por la pérdida del ser querido, sino también por nosotros mismos, preguntándonos: ¿por qué duele tanto?

En ningún momento nos llegamos a imaginar el terrible dolor y el gran vacío que se puede llegar a sentir tras la pérdida del amor. Volver a estar solo supone sin lugar a dudas una crisis. Como cualquier otra crisis, es un tiempo de incertidumbres y también de oportunidades. La oportunidad es la posibilidad de curar y fortalecer el corazón y la mente, para poder seguir adelante de manera fuerte, sana y más independiente.

La separación es una experiencia muy fuerte de ruptura, y por lo tanto es muy frecuente que en este periodo aparezcan profundos sentimientos de desesperación, decepción, venganza, ira, impotencia, tristeza, miedo, soledad, culpa, rechazo… Todo esto nos remueve por dentro, pues sin lugar a dudas donde realmente repercute y hace estragos la ruptura con la pareja es en el ámbito personal. En esta área aparecen multitud de pensamientos destructivos que influyen directamente en nuestra autoestima,  quedando ésta fuertemente mermada y dejándonos con sentimientos de infravaloración e incapacidad para establecer nuevas relaciones de pareja. El amor es una de las experiencias humanas más profundas, y cortar el vínculo amoroso es una de las tareas más dolorosas de la vida.

En el momento de encontrarnos solos todo parece nuevo y necesitaremos desarrollar una orientación completamente nueva para la vida que está por llegar. Se necesita un tiempo para guardar luto por nuestras esperanzas rotas y para darnos cuenta de que la esperanza hemos de reconstruirla con esfuerzo, ya que por sí sola no vendrá.

La separación afectiva, aunque dolorosa, puede ser un periodo de reconstrucción, de aprendizaje y de autoconocimiento. Podemos desarrollar partes nuevas de nosotros mismos que antes tal vez no conocíamos o por el contrario podemos bloquearnos y tener dificultades para seguir con nuestra vida. De nosotros depende iniciar un recorrido que termine con la superación de la separación afectiva y nos prepare para entablar nuevas y mejores relaciones.