Una ventana abierta a la Psicología del cambio interior desde la mirada de la terapia Gestalt

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La asertividad, la manera de ser uno mismo

asertividad            En anteriores post, os he hablado sobre las diferentes formas de no ser uno mismo a través de los comportamientos: tímido, manipulador y agresivo. Dichos estilos, suponen maneras de actuar no asertivas. En esta entrada empezaré a hablaros de qué significa ser asertivo, cómo se consigue y algunas de las técnicas que se pueden emplear para alcanzar esta habilidad.

Pero antes de nada… ¿qué es la asertividad?. Comúnmente se relaciona con la capacidad para decir NO. Sin embargo, ser asertivo es mucho más que eso. La filosofía asertiva se basa en la convicción de que todos tenemos derechos personales.    Supone expresar mis necesidades, deseos, peticiones… de forma que no violen los derechos de otras personas.  Es atreverse a ser uno mismo,  ser auténtico en las relaciones con los demás y siempre respetar a los otros,  pero sobre todo a uno mismo.

Si queremos ser asertivos hemos de partir de unos presupuestos indispensables. Es importante tenerlos presentes para tener una asertividad auténtica, porque si no correremos el peligro de creer que somos asertivos cuando en realidad somos egoístas, ya que estamos cogiendo de la asertividad solamente aquello que nos interesa. Dichos presupuestos son:

            1.‑ Yo puedo ser yo.  Es decir, parto de que soy valioso, me voy a conceder el derecho a ser yo, a ser como soy, a sentirme cómodo dentro de mí. Voy a aceptar, sin miedos, que soy distinto de los otros.  Y tengo un compromiso contigo porque tú también tienes derecho a ser tú, tú también eres valioso y también mereces la pena.

            2.‑ Yo valgo y soy competente para resolver mis cosas.  Por tanto no tiene que venir nadie a dominarme, a controlarme ni a dirigirme. Y tú también lo eres, y por lo tanto yo tampoco puedo dedicarme a dominarte, a controlarte, a dirigirte o a desconfiar de ti.

            3.‑ Yo merezco ser querido. Es fácil decirlo, pero muchas veces no es fácil de creer. El afirmar esto es lo mismo que pensar que quien me conozca tal como soy, se va a dar cuenta que merezco ser querido. El estar convencido de esto lleva implícito el que yo me acepte tal como soy, aunque tenga que trabajar por ser cada día mejor. Y además es importante también afirmar que tú también mereces ser querido.

            4.‑ Yo soy un ser autónomo e independiente de ti. Tengo un mundo que es mío, sobre el que tengo una obligación y responsabilidad. Tú tienes también el mismo derecho y por eso también eres una persona independiente de mí. No tenemos que establecer lazos de dependencia entre nosotros. A través de esta independencia y autonomía es como hemos de desarrollarnos y crecer.

            5.‑ Es positivo tener límites. Yo tengo límites  y no pasa nada, pero tú también tienes límites y tampoco pasa nada. El establecer límites en nuestras relaciones interpersonales es algo muy sano y que se deriva de que seamos personas autónomas, y a su vez, si los límites son sanos, es algo que nos ayuda a ser autónomos.

            6.‑ Yo tengo necesidades y puedo expresarlas. Y tú también; por eso en la expresión de nuestras necesidades hemos de andar con cuidado para que sólo sean eso, comunicación o expresión de lo que necesitamos, nunca exigencia. Te expreso lo que necesito para informarte y para que lo tengas en cuenta, no para pasarte una exigencia camuflada, y cuando tú me las expresas a mí, yo me siento libre porque tú lo haces respetando mis necesidades.

Como veis, aunque  a veces confundimos ser asertivos con decir todo lo que se me pasa por la cabeza, saber decir NO etc…pero significa mucho más que eso. La persona asertiva se valora, se permite ser ella misma, reivindica sus derechos, pide lo que necesita… y nunca se olvida de que delante tiene a otra persona con los mismos derechos y necesidades que ella. Practicar la asertividad es un hábito que se puede adquirir, en próximos post os daré algunas ideas y os hablaré sobre técnicas que os ayuden a convertiros en un poquito más asertivos.

¿QUÉ ES LA EMPATÍA EN REALIDAD?

EMPATIATodos hemos oído hablar de empatía alguna vez, pero no solemos tener claro el concepto y tendemos a confundirlo con otras cosas. El significado más conocido es: “capacidad de ponerse en el lugar del otro”, de calzar los zapatos del otro, de ponerse en su pellejo, de mirar a través de sus ojos. Sin embargo, no terminamos de comprender en toda su plenitud lo que supone ser una persona empática.

Comunicarnos de forma empática significa escuchar a la otra persona hasta el final y después hacerle saber lo que crees que ha dicho. Si le hemos entendido, la otra persona tendrá la grata sensación de haber sido comprendido. Si no acabamos de entender lo que quiso decirnos, nuestra información le dará otra oportunidad para explicarse.

La empatía solo se hace posible si en ese momento la persona que está escuchando deja a un lado sus preocupaciones, puntos de vista y los propios valores para entrar en el mundo del otro sin ideas preconcebidas, quedandose en blanco y siendo capaz de vaciarse para llenarse del otro. Ser empático es tremendamente difícil porque implica renunciar a las ideas propias, al modo de pensar, de ver las cosas y de enfocar la vida, al deseo de  imponerse, a los prejuicios e inseguridades, etc, con objeto de comprender auténticamente al otro en todas sus dimensiones.

Gracias a la empatía el otro se siente libre porque no se percibe criticado, evaluado, ni juzgado. La otra persona aprecia que se le permite sentir lo que siente y esto hace que vaya expresando sus sentimientos cada vez con más libertad y sin miedos, lo que le va a generar cada vez una mayor sinceridad e implicación para ir descubriendo su mundo íntimo.

La simpatía es “sentir con”. Es sentir  lo mismo que el otro. Cuando siento simpatía hacia alguien me meto en su problema y lo hago mío, lo que resulta negativo ya que si el otro está triste o alegre, yo también tengo que estar triste o alegre. Confundimos simpatía con empatía porque decimos que somos “empáticos” cuando en realidad somos “simpáticos” con los demás, ya que hacemos nuestros los problemas de los demás sin establecer correctamente los límites entre ellos y nosotros.

En cambio, la antipatía significa “sentir contra” el otro. Puede ser que no nos guste una persona porque piense y actúe de forma contraria a la nuestra o porque nos ponga de los nervios. Por eso a veces podemos sentir un rechazo hacia otras personas sin saber conscientemente por qué. Si nos dejamos llevar por la antipatía nunca podremos meternos en el mundo de la otra persona, lo que nos va a incapacitar para comprenderla y ayudarla.  

Frente a las anteriores, la empatía supone “sentir en, sentir desde dentro”. Es como ser la otra persona pero sin perder nunca de vista el “como si…”, ya que en realidad no somos la otra persona. La empatía trata de ponernos en “el lugar del otro”, meternos dentro de su piel para intentar comprenderlo, pero siendo conscientes que el problema o los sentimientos no son nuestros sino del otro.

 Algunas formas de mostrarse empáticos pueden ser:

  • Prestar atención a lo que la otra persona dice.
  • Aceptar los sentimientos de la otra persona, los positivos y también los negativos.
  • Escuchar sin ofrecer consejo, sólo escuchar de manera activa.
  • Escuchar sin demostrar acuerdo o desacuerdo de forma inmediata.
  • Darse cuenta de lo que dice la otra persona y de cómo se siente.
  • Escuchar sin forzar demasiado los sentimientos.
  • Respetar la necesidad que el otro tiene de hablar de sus problemas.

Ser empático es muy parecido a ser  sensible. Sensibilidad significa responder afectiva y compasivamente a los sentimientos de los otros. No significa estar convencido de que ya sabes lo que van a decir, sino más bien interesarte y abrirte lo suficiente para descubrirlo. Es utilizar el conocimiento que tienes de otra gente para comprender su perspectiva y respetar su forma de ser.

La empatía se convierte en una de las cualidades indispensables para una comunicación positiva y su desarrollo está en relación directa con la capacidad de amar que tengamos. Cuantos mayores sean el amor y el respeto, mayores posibilidades existen de practicar la empatía y lograr una comunicación afectiva plena y gratificante.

En un momento social como el que vivimos, en el que las nuevas tecnologías de la comunicación pueden nublar la posibilidad del encuentro entre las personas y lo individual está por encima de lo grupal, practicar la empatía mejora la calidad de nuestras relaciones personales y puede hacernos sentir más plenos y satisfechos con nosotros mismo y en consecuencia con los demás.

¿TODOS SOMOS NEURÓTICOS?

 

woody

El término neurosis fue propuesto por el médico escocés William Cullen en 1769 en referencia a los trastornos sensoriales y motores causados por enfermedades del sistema nervioso. En psicología clínica, el término se usa para referirse a trastornos mentales que distorsionan el pensamiento racional y el funcionamiento a nivel social, familiar y laboral adecuado de las personas.

Nadie es perfecto, todos tenemos zonas erróneas. Algo que nos sobra o algo nos que falta. Los errores los cometemos porque no tenemos toda la capacidad ni toda la información para cambiar las cosas. En relación al medio en el que crecemos asimilamos cosas y nos descubrimos a nosotros mismos. Pero cuando nos bloqueamos, cuando interrumpimos ese desarrollo en cuanto que proceso natural, comienzan los problemas.

La visión clínica de la enfermedad está orientada hacia la lógica de la propia enfermedad en vez de apuntar hacia la lógica de la salud, lo que nos conduce a mirar qué está mal. Pero no debería ser así, pues las personas ya somos conscientes de nuestras dificultades, de lo que no hacemos bien, pero no tenemos idea de lo que sí hacemos bien y nos ha permitido sobrevivir. Es por eso que tenemos que hacer énfasis en lo que está «sano», en lo que es «salud».

Para poder reconocer que estamos enfermos debemos ser muy sanos. Llegar a este punto de aceptación de uno mismo es un gran paso para cualquiera que busque mejorar su vida.

La neurosis para la Gestalt no es una enfermedad. Es una forma de ser, de estar en el mundo. Es una forma de existir. No tenemos una neurosis, somos neuróticos. No existen las neurosis, existen los neuróticos.

En la concepción gestáltica la neurosis es la máxima riqueza de una persona y al mismo tiempo su máxima pobreza. Máxima riqueza porque es la forma en la que logramos sobrevivir a lo largo de la historia de nuestra vida, los recursos aprendidos para salir a flote. Pero también es nuestro mayor límite porque impide vivir plenamente nuestra vida, nos bloquea y paraliza ante diversas situaciones.

Lo que hay que hacer con nuestras neurosis es desestructurarlas y volver a estructurarlas, coger sus piezas y volver a montarlas de distinta manera, variar la figura de acuerdo al orden que demos a las mismas. Es decir, hemos de aprender a utilizar nuestras virtudes y defectos a nuestro favor y no en contra nuestra. Si lo que hemos estado haciendo hasta ahora no nos sirve, la estrategia debe cambiar.

La cura estaría no en hacer algo sino en dejar de hacerlo. Dejar de hacer aquello que repito día a día. Esa piedra con la que tropezamos de nuevo, no es otra que nuestra neurosis.

El comportamiento neurótico es totalmente predecible. Al estructurar un carácter vemos y repetimos siempre las mismas cosas. Nuestra identidad se va conformando a través de una discriminación dinámica del «yo» – «no-yo».

La neurosis nos permite ser irresponsables en tanto que alienamos parte de nuestra personalidad, diciendo cosas tales como: «yo soy así»; «quiero, pero no puedo», etc. Siempre hay una razón para que sigamos manteniendo el modelo neurótico de persona que somos. Y así las resistencias nos estancan porque queremos y no queremos al mismo tiempo. Pero no podemos volver a la situación original ya que ella no existe y, además, hemos hecho un sinnúmero de cosas que me han ido convirtiendo en lo que hoy soy.

En toda neurosis que no cambiamos,  detrás hay una ganancia secundaria. Algo que obtenemos de ese comportamiento del que aparentemente queremos deshacernos, pero que nunca dejamos de repetir. Cuando existe repetición seguramente existe cierto beneficio para la persona a pesar del sufrimiento que conlleva. Con nuestra neurosis unas veces conseguimos la atención que necesitamos, el cariño reclamado, la excusa perfecta para no atrevernos a cambiar cosas que tanto tememos, evitamos el esfuerzo por lograr objetivos…otras veces es la forma de castigo que nos autoimponemos cuando no nos creemos merecedores de algo.

Un paso terapéutico importante es el de llegar a conocer la intencionalidad de la conducta, en tanto que toda conducta tiene un significado, ya sea consciente y/o inconsciente. Decía Fritz Perls, padre de la terapia Gestalt, que todo paciente viene a terapia no a curarse sino a confirmar su neurosis.

En definitiva, partiendo de la idea de que en realidad todos somos neuróticos podemos cambiar las cosas. El primer paso para poder alcanzar nuestro equilibrio es empezar a darnos cuenta, aceptarnos como somos y no evitar mirar la realidad. En ocasiones la terapia es la mejor manera de hacerlo. Hacer terapia no supone necesariamente estar en situación de crisis, se puede utilizar para poder mejorar ciertos aspectos de nosotros mismos. Porque sin dejar de ser nosotros mismos, todo es mejorable.