«La superación del duelo: un proceso de crecimiento»(Primera parte)
Mañana participo en las «IX Jornadas Sociales sobre Elaboración de duelo» que organiza en Albacete la asociación Talitha con la que colaboro. Por eso aprovecho este nuevo post, para hablar sobre la experiencia de la pérdida y cómo superarla.
Se suele suponer, que toda persona que ha sufrido una pérdida importante,más tarde o más temprano, llegará a ser la persona que era, pero eso suele ser un gran error. La persona, lo quiera o no, va a tener que cambiar, no sólo porque su realidad exterior sea diferente, sino porque su mundo interior, también ha ido cambiando a lo largo de todo el proceso de duelo.
Es imposible precisar con los conocimientos actuales, durante cuánto tiempo es normal que la persona mantenga activada su “mente de duelo”. Según las circunstancias individuales y posiblemente en función de nuevos acontecimientos estresantes, en unas personas durará más y en otras menos. Pero, para la mayoría, pasado un tiempo la dinámica cotidiana les irá arrastrando a tener que enfrentarse a situaciones que evitaban.
Poco a poco la persona tendrá que irse habituando a no contar con el fallecido en su mundo real.
El poseer un trabajo o una actividad ocupacional será fundamental para la persona que está intentando superar su duelo. Aunque al principio le suponga un extraordinario esfuerzo y le confronte con sus innumerables fallos de atención y errores sin fin, la ocupación forzosa es un fuerte organizador cotidiano, además de servir de motor para una persona cuya tendencia en esos momentos es a abandonarse y a mostrar una pasividad total.
Aquellas personas que no tienen que trabajar fuera de casa, tendrá más dificultad a la hora de poder ir cambiando el foco de atención del interior al mundo exterior, que es de lo que se trataría.
La persona fallecida cumplía unas funciones emocionales básicas y no va a ser tan fácil conseguir nuevos vínculos. Esto no quiere decir, que otra persona sea la sustituta de la persona fallecida ni mucho menos, sino que la persona sea capaz de vincularse emocionalmente en otra u otras relaciones significativas.
Lo que ocurre es que en muchos casos, la persona no está dispuesta a plantearse ninguna otra relación fuera de la que tuvo con el fallecido. Esa patológica fidelidad hacia el difunto será el principal impedimento para la superación completa del duelo. También puede ocurrir, que la persona haya quedado tan afectada por la pérdida de ese vínculo, que aún deseándolo no se atreva a correr el riesgo de nuevo iniciando otra relación.
En resumen, diremos que sólo cuando la persona ha sido capaz de crear una estructura mental que la capacite para enfrentarse a nuevas habilidades a los problemas cotidianos, y le permita establecer nuevos vínculos de apego con otras personas, podrá tener creencias más realistas sobre sí misma y sobre la realidad, una visión de futuro con nuevos proyectos y un estado afectivo satisfactorio.