“ CUÉNTAME UN CUENTO…”
El cuento es lo más antiguo que tiene el hombre para comunicarse, para responder al porqué de las cosas a través de mitos y leyendas…Todo empezó de forma oral y también para nosotros en nuestra infancia en forma de nanas, cuentos etc. Lo oral pasó a lo narrado o escrito, y así la trasmisión a través de los cuentos populares.
Los cuentos de hadas impactan directamente sobre las emociones universales básicas: amor, odio, miedo, ira, soledad y sentimientos de aislamiento, inutilidad y carencia. A estos cuentos se les ha asignado un gran significado psicológico ya que involucran todas las luchas, conflictos, pesares y alegrías de la vida… resulta muy útil comparar las fantasías y soluciones mágicas que se presentan en los cuentos de hadas. Los valores que presentan estos cuentos son claros y simples, son blanco o negro.
El recurso del cuento en el trabajo terapéutico es muy rico. Pero para darle un uso adecuado y satisfactorio debemos seguir ciertas premisas básicas:
– El cuento debe ser experiencia, si no nos apropiamos de él es muy difícil trasmitir una vivencia, ya que lo que se narran son vivencias, aunque no sean nuestras. Uno al narrar provoca, estimula y mueve al encuentro con el otro, ya que el cuento se hace si el que escucha también pone algo. Este es el poder del cuento, el poder de la palabra
– Cuando elijo un cuento lo primero que debo hacer es mirar por qué me gusta, qué me evoca, qué me genera…nuestras propias historias personales nos van a servir para incorporarlo y recrearlo de forma más real. No es necesario que sea algo inventado, podemos utilizar cuentos tradicionales, poesías, relatos, narraciones…
– Dado que cada cuento que una persona narra (sea propio o ya escrito) es una proyección que generalmente tiene que ver con algo de su vida la tarea del terapeuta consistirá en traerlo a la conciencia de la persona e intentar reparar alguna idea o imagen temida, que se esconda detrás de la historia que se narra.
– El instrumento del narrador es su propio cuerpo, su mirada, su gesto o la palabra. Con el cuerpo no se trabaja cualquier vacío, si no que con los elementos y lo que salga está diciendo algo de lo que se narra. Los movimientos orgánicos están vinculados a la imagen. Cuanto más se conoce una a sí mismo más prestado está para narrar. Si el narrador dice algo que no sorprende, genera aburrimiento, debemos captar al espectador ensimismado. Si el narrador está tenso genera resistencia, en cambio si recibe una invitación a volar será mucho mejor.
Hoy somos hijos de la imagen, y lo virtual y lo narrado vuelven a tomar importancia, pero de una forma diferente a través de las nuevas tecnologías, y actualmente las palabras se desvanecen por lo virtual, pierden su fuerza, por ello animo a recuperar las historias como forma de expresión, contar cuentos, inventar historias, crear escenas, e ir más allá tratando de leer entre líneas lo que os dicen de vosotros mismos. En mi experiencia como tía de mi sobrina Valeria de tres años, tengo la oportunidad de contar muchos cuentos, algunos populares, otros inventados… jugamos a interpretar a cada personaje, cambiamos los finales etc el cuento me da la oportunidad de encontrar una manera muy bonita de comunicarme con ella y al mismo tiempo de darme cuenta de su desarrollo. Pero no debemos usar los cuentos solo en el contexto infantil ya que como adultos nos pueden abrir los ojos de una manera muy gráfica y constructiva, además de darnos la oportunidad de soñar y dejar volar nuestra imaginación.
Escrito
en 15 enero, 2013